Eso cantaban con intensidad Ana Belén y Víctor Manuel en un estribillo que se hizo bastante épico, reclamando que se abriese la muralla cuando quisieran atravesarla elementos que simbolizasen el amor, la concordia o la paz.
En Ávila no es fácil cumplir ese mandato, pese a que existan varios arcos para cruzar su monumento por excelencia. Sin embargo, puedo decir que me aproximé a tal hazaña durante la presentación de El Secuestro de la Esperanza en la Librería Letras.
Los escritores (no famosos) solemos hablar normalmente del techo de cristal para referirnos a una especie de cima que se alcanza una vez que nuestro trabajo es difundido entre familia, amigos y conocidos, y que es difícil de superar. Yo voy dando lentamente pasitos para elevar mi nueva novela por encima de ese supuesto tope de difusión.
Varias personas que no me conocían absolutamente de nada acudieron a la convocatoria en una tarde-noche fría de noviembre en la ciudad abulense. Estuvimos hablando sobre mi novela, mi trayectoria, la literatura y otros temas paralelos, algunos relacionados con mi obra y otros no tanto, por lo que la presentación al final derivó en agradable conversación e intercambio de opiniones y pareceres.
Es realmente reconfortante saber que hay personas que no necesitan apenas referencias previas sobre ti para interesarse por tu trabajo e incluso, me atrevería a decir más, el hecho de desconocer casi todo sobre el autor resulta un alimento de su inquietud por ampliar su conocimiento cultural.
Aunque el halo de misterio que envuelve mi personalidad creativa no se acerca ni de lejos a la intriga que contiene la historia que narra Enmascarados por el Mundo, en esta presentación en concreto me despojé bastante de esa capa, animado por la curiosidad de los invitados.
No obstante, al igual que sucede con el propio libro, la única forma de desnudar completamente al novelista es adentrándose en las páginas que ha escrito. Y en mi caso, todos los abulenses pueden hacerlo adquiriendo su ejemplar de El Secuestro de la Esperanza en la Librería Letras, que con tanto cariño y dedicación regentan Gemma y Belén. Un ejemplo de que en Ávila también se puede abrir la Muralla y dejar que penetre la cultura.