En el Día del Libro

El día 23 de abril siempre es muy especial en Castilla y León y particularmente en la provincia de Valladolid. No sólo se celebra como en el resto de las ciudades del mundo el Día del Libro, sino que además es el Día de de la Comunidad, cuyos actos de celebración tienen lugar en la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros.

Mientras tanto, en la ciudad, es la Plaza España la elegida para engalanarse de libros. Las librerías salen a la calle y muestran una selección de su catálogo, normalmente lo más vendible o aquello en lo que están más especializadas. La disposición y organización de los puestos no es la ideal, porque están alineados y comprimidos, aun más que en un mercadillo ordinario. Esto transmite una cierta sensación de apresuramiento a los paseantes que se acercan a visitar lo expuesto, no muy favorable para la elección y compra de un libro, que precisamente si algo requiere es un ambiente relajado.

Fuera aparte de este detalle, toda iniciativa que suponga sacar la cultura literaria a la vista del público general es positiva, y supone un hálito de esperanza para que la gente se interese por un artículo cada vez menos necesario según la conciencia colectiva y al que se le ha colgado el sambenito de “costoso de adquirir” en estos tiempos de falta de tiempo y prioridades discutibles.

Y como de esperanza sé un rato, aunque sólo sea porque en mi más reciente novela se secuestra, allí estuve firmando ejemplares de la misma, concretamente en el puesto de la librería Maxtor, en cuyo establecimiento aquel 5 de diciembre de 2017, ya mítico en la historia de mi modesta trayectoria literaria, realice la presentación más multitudinaria de todas las que he llevado a cabo.

Al igual que en las últimas ocasiones, fue una gran oportunidad para hablar con gente que nunca había escuchado hablar de mi libro o de mí. Casi todos se interesaron, otros apostaron por su lectura o tal vez lo harán en el futuro, pero en definitiva conseguí que se abriese otra finísima grieta en el techo de cristal.

Fue agradable verme en esa vorágine, en el corazón de la ciudad, rodeado por los profesionales del libro y por otros autores locales que, como yo, trataban de dar a conocer su obra, y sobre todo envuelto por un montón de libros que, en la fecha más importante del calendario para las letras, en honor a Cervantes y Shakespeare, tuvieron también su gran día en Valladolid.

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