Yendo de ruta dominguera, fui componiendo estos versos por las calles, entre la tarde, el ocaso y la noche de la semana que agonizaba. Se los dedico a una persona muy especial en cuya imagen me inspiré. Espero que os gusten y también el video, aunque la recitación es mejorable.
Hoy he decidido hacer un recorrido por tus entrañas
Aunque no sé si tendrás estómago para digerirlo.
¿Estás lista? Pues súbete al corazón, que ya salimos.
¿Salido?… Sí, del mapa de tu cuerpo.
Por eso quiero descubrir el itinerario que pasa por tu pecho
Y que no me separen de él jamás.
No, que no me saquen de él ni mis estúpidos prejuicios
Ni tu mente de chiquilla.
Ni los académicos proverbios
que dicen los adalides de la justicia y de la bondad.
Dime, ¿qué hay de malo en qué pasees por
Las avenidas de mi juventud experta?
O por qué no puedo yo penetrar por
los callejones secretos de tu posadolescencia?
Venga, no me digas que no estás como loca por perderte
En los barrios de mi demencia
Casi tanto como yo por explorar
Los parques de tu generación.
¿Es que no te das cuenta de que el idioma que trato de enseñarte
No es una lengua muerta, que no es de mi época
Y que está muy viva en tu ombligo,
Aunque a veces no tenga palabras?
Confía en mí, que en esta ciudad, en estas calles
No quedarán más grietas, más socavones que
Los agujeros de nuestras conciencias perforadas.
Déjales, que se pudran de envidia,
Que sigan andando por sus aceras estrechas
Que nos miren como si fuéramos dos lobos solitarios,
Como animales en celo.
Déjales, que lo que nunca podrán entender es que
Lo que más placer nos produce
Es dar los pasos que ellos nos tienen prohibidos,
Los pasos que marca nuestro deseo.
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