Improvisación poética en una tarde de sábado

Una de las primeras cosas que hice como escritor (al menos, como escritor consciente de serlo) fue crear poesías. Es un género en el que en realidad me siento más cómodo que en el narrativo y que, como dice alguna amiga, me identifica mucho más que este último.

El caso es que de un tiempo a esta parte lo tengo bastante abandonado y, para paliar este vacío espiritual y emocional tanto de mi persona como de mi proyección como escritor 2.0., he decidido mezclar mi vieja vocación poética con mi afición narcisista por grabarme por las calles de Valladolid desvariando. Así, he vomitado algunos versos que, con mayor o menor acierto, han creado enlazados una unidad que tiene su cadencia propia y su rima interna, con algo de entonación musical y recitación por mi parte, de forma totalmente improvisada, en mi rincón favorito del mundo entero, el estanque del Campo Grande de Valladolid.

De vez en cuando, subiré este tipo de piecitas poéticas y otro tipo de videos, con los que trataré de sorprender y en ocasiones incluso de escandalizar con mi verbo, a mi nuevo canal de Youtube, Álber4 Escritor, al que aprovecho para animaros a que os suscribáis.

Os dejo la transcripción completa de esto que he titulado “Improvisación poética en una tarde de sábado”:

 

¿Es el tiempo que ha pasado?

¿Son los recuerdos que no he olvidado?

¿O simplemente soy yo?

 

Yo, que no sé expresar de una forma

menos original, menos loca,

menos perturbada

todas estas sensaciones que se agolpan dentro de mí,

que me atormentan y que a veces se reúnen para estorbar mi cordura,

como por ejemplo en esta tarde de sábado

donde todo el mundo se reúne acompañado,

en sociedad,

en comandita.

Y yo lo único que tengo para ofrecer al mundo es este discurso

enojado,

discreto, templado (aunque no lo parezca)

y posiblemente también fraudulento

(no porque esté planificado,

sino porque lo único que llevo dentro

es el brillo de mis propios ojos que refulgen en un ocaso

que posiblemente nunca tendría que haber llegado a término

si no hubiera sido por mi propia torpeza y por mi ingenuidad).

 

Hay personas que pasean ante la mirada

de una sociedad que se derrite y se derrumba.

Y luego hay individuos (como yo por ejemplo)

que no encuentran otro lenguaje ni otro proceder

que el de darle un beso a lo que queda del viento,

a lo queda de los alientos,

a lo que queda de los lamentos,

de los placeres, de los tormentos

y de todas las cosas que posiblemente nos dejan vivos

a pesar de que también nos quieran

muertos.

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