Desde que planifiqué todo el proceso relativo a la publicación de El Secuestro de la Esperanza, allá por agosto, tuve claro que la campaña de Navidad tenía que ser un período clave para la novela. No sólo de cara a las ventas que pudiera conseguir, que también, sino en relación a las acciones que llevaría a cabo y a los comentarios que se pudiesen generar, máxime teniendo en cuenta que hay bastante gente de vacaciones, aunque eso no siempre signifique más tiempo para leer (y menos en estas fechas, donde todos tendemos a caer en el frenesí y a complicarnos la vida más todavía de lo que lo hacemos durante nuestra rutina ordinaria).
Puedo decir con moderada satisfacción que de momento mis previsiones se están cumpliendo parcialmente. Con mucho esfuerzo y a un ritmo pausado, el libro se va vendiendo, sobre todo en las librerías de Valladolid. Ha habido además dos nuevas, Oletvm y En El Bosque de Hojas, ambas en el centro de la capital pucelana, que se han unido a la lista de establecimientos amigos detallados en mi web www.alber4.com/establecimientos-amigos
Por otra parte, he llevado a cabo varias iniciativas de cara a la Navidad una vez finalizada la gira de presentaciones que me tuvo más de un mes en movimiento continuo. Siempre recordaré con mucho cariño la firma de libros prenavideña en la Librería Margen, en la que varias personas se acercaron a conocerme y recibí varias visitas realmente especiales de otras que ya me conocían. También estuve haciendo promoción del libro a pie de calle en la víspera de Nochebuena, buscando que algún Papá Noel nacido entre Las Delicias y Parquesol decidiera llevarse la primera parte de Enmascarados por el Mundo en su trineo.

Sin embargo, la mejor noticia que he recibido en estos últimos días ha venido en forma de opiniones y sensaciones sobre mi trabajo. El retorno o la retroalimentación, en una traducción literal de la palabra feedback que, dicho sea de paso, nunca me ha gustado, ni en su versión inglesa ni en la adaptada.
El pasado 21 de diciembre el prestigioso blog Libros y Literatura, que tiene cientos de miles de seguidores en las redes sociales, publicó una reseña muy positiva de El Secuestro de la Esperanza, escrita por Ana Segarra, a la que siempre agradeceré haber tratado la novela con tanta cercanía, cariño y sinceridad, sin adornos ni artificios innecesarios, yendo directamente al corazón de la misma. Fue la entrada más destacada del portal literario durante casi 24 horas, todo un regalo navideño para mí no sólo por la difusión, sino por lo que significa de inyección de moral.
Y es que al final un escritor, al menos uno que piense como yo, no persigue ni mucho menos la fama o el éxito como objetivo, sino que desea que, si llegan, se hayan construido sobre la base del reconocimiento. Para mí no tendría sentido vender miles de libros si mi amigo Íñigo, mi amiga Rebeca o mi tía Elena, tres buenos lectores con capacidad crítica, entre otros, no me dijeran lo mucho que les ha enganchado el libro, las ganas que tienen de cogerlo en cuanto les surge un ratito o la emoción que les ha transmitido la historia.
Esa es para mí la verdadera esperanza, no los números que arroje la contabilidad. Y pese a lo que rece el propio título del libro, esa nunca me la han secuestrado. Y menos en Navidad.