Estuve casi diez años trabajando en la saga Enmascarados por el Mundo, más o menos de forma coetánea a la cronología que recoge la propia historia (un poco el concepto Boyhood en su versión literaria). El relato arranca en febrero de 2005 y, aunque yo empecé unos cuantos años más tarde a plasmarlo en lo que luego se convertiría en las páginas de El Secuestro de la Esperanza, primer volumen de los dos que componen la saga, Pedro, David y Devassy me acompañaron de una forma u otra en mi cabeza desde ese primer momento.
Lo han hecho de forma más o menos continua durante esta década, e incluso después de acabada, puedo decir que han sido ellos quienes, a través de su evolución personal y de los acontecimientos que han ido viviendo, me han dado los mejores regalos. El haber crecido yo mismo junto a ellos, con ese juego que siempre me he traído desde niño de disfrazar la propia realidad que vivo con la fantasía que diseño y que acaba constituyendo una especie de “lo que fue y podría, me gustaría o no me gustaría, que hubiese sido”.
Pedro es mi Rey Melchor, un tipo con presencia majestuosa e imponente. Siempre el primero en tomar decisiones, en arriesgarse y tomar la iniciativa, lo cual a veces le juega malas pasadas. Un joven con un mundo exterior enorme y que quiere hacer aún más grande, lleno de amor para regalar y también dispuesto a recibir todo tipo de bendiciones y de reconocimiento.
En el reverso de la moneda, su primo David es la discreción y lo sibilino, aquél que pasa desapercibido a primera vista al lado de Pedro. Representa el mundo interior, las trazas de melancolía y cierto derrotismo combinadas con la inteligencia reservada para los momentos grandes, aunque nunca parece ser el momento adecuado para estos lleguen.
Finalmente, Devassy sería Baltasar, no sólo por el color de su tez, sino sobre todo porque encarna el exotismo, la diferencia, el contraste entre culturas, el elemento que aparentemente distorsiona pero que en el fondo armoniza y dota de sentido a la historia, porque de hecho es él quien la inspira, conduce, guía y es su epicentro emocional. Por cierto, Baltasar siempre fue mi Rey Mago favorito.
No tengo ni idea de quienes serán esas tres personas que mejor encarnarían en vosotros las personalidades de sus tres majestades de Oriente, pero os deseo que al menos tengan la misma versatilidad y riqueza que las mías. Y que, antes de colmaros de regalos, os ofrezcan justo ese que necesitéis.
Si en esa lista de apetencias reales se encuentra un libro, os diría que hay muchos que merecen ser regalados, pero no cualquiera, aunque el placer de leer es un regalo en sí mismo.
Y si por un casual entre esas preferencias se encuentra una historia contemporánea de nuestros días, llena de guiños a las transformaciones políticas, sociales y de la vida cotidiana que se han sucedido en España en los últimos años, reflejadas en clave generacional y con un importante toque de intriga y misterio, os pido que consideréis regalar o regalaros El Secuestro de la Esperanza. Aprovecho para recordaros que está a la venta en los establecimientos amigos que se detallan en esta web, a los que hay que sumar las librerías Oletvm y En el Bosque de Hojas de Valladolid.
En cualquier caso y sean cuales sean vuestros regalos, espero que sean tan fantásticos como el que Pedro, David y Devassy me hicieron a mí durante tantos años.